miércoles, 17 de abril de 2013

Cuando la unidad del dolor te manda a psiquiatría

Una de las máximas que siempre escuché es que con esta enfermedad lo primero que se tiene que hacer es ir a la llamada "Unidad del Dolor" para que te controlen y te pongan un tratamiento acorde a tu dolencia.

Pues bien, mi experiencia al respecto no ha sido muy positiva. 

He ido a dos hospitales, a sus respectivas unidades del dolor y en las dos me dejaron una cosa bien clara. Los quistes de tarlov son asintomáticos, osea que no duelen.

En la primera ocasión me pusieron un tratamiento cuya principal "medicación" fue ponerme durante las 24 horas del día una pequeña maquinita, la cual me tocaba justo el sacro. No me sale ahora mismo el nombre, pero se trataba de unos parches que me los ponía en el sacro y en la espalda y me producía unas vibraciones continuas 

Resultado: como me tocaba el sacro, tenía que ir cada dos por tres a urgencias porque me provocaba episodios fuertes de dolor. En una ocasión se pasaron con la morfina en urgencias y me ingresaron toda la noche. A primera hora pasaron los médicos de la unidad del dolor por la habitación y me echaron una buena bronca porque a su entender a mi no me dolía nada. Así que me mandaron al Psiquiatra.

Tuve suerte y la Psiquiatra opinó que no me inventaba  nada y no me halló patología alguna. Si le da por decir lo contrario no se que me hubiera pasado, se me podía haber caído el mundo encima. Durante las semanas que pasaron hasta ver al psiquiatra pasé un miedo atroz pensando en la posibilidad de que  este médico les diera la razón. No por pensar que yo podría estar loco, eso me da igual, pero si por pensar en como aguantaba yo este dolor si oficialmente me lo inventaba.

A los pocos meses logré que me vieran en otro hospital. Sólo entrar en la unidad me tocó escuchar la maldita frase: "Los quistes de tarlov no duelen"

Y me dijeron que lo que me dolía era una costilla que tenía caída. Lo cual al parecer debe ser cierto (Aparte de todo debo de tener una costilla jodidilla)

El tratamiento que me pusieron fue ir durante diez días seguidos al hospital a ponerme una inyección diaria de CO2.

Sobra decir que en cuanto me ponían la inyección (justito en el sacro) las pasaba canutas. En la primera semana de tratamiento, en tres ocasiones,  me tocó ir seguidamente (después de ponerme la inyección) a urgencias a otro hospital porque me provocaban episodios fuertes.

Imaginaros lo cómico de la situación. Ir a la unidad del dolor para que te traten y seguidamente ir a urgencias. Cómico, dantesco...

Médico de urgencias: ¿De dónde vienes? 
Yo: de la unidad del dolor

Al sexto día ya no volví. Fuí incapaz de seguir el tratamiento la semana que restaba.

Así que por el momento no he logrado que la unidad del dolor (de ningún sitio) me lleve un tratamiento en base a esta enfermedad.


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